lunes, 3 de septiembre de 2012

UNIVERSALIDAD DE LA MATERIA


Desde este planteamiento, todo en el mundo es materia en la diversidad inago- table de sus propiedades; no hay nada que no sea determinado tipo o estado de la materia, propiedad de la misma, forma de movimiento o producto de su desarrollo histórico (Engels, 1886/1969). 


Así pues, la materia es universal. Ahora bien, no se debe confundir lo material con lo físico, con lo medible, ya que existen en el espacio y en el tiempo muchos fenómenos que son realidades materiales aunque no sean físicos ni puedan explicarse por las leyes físicas como, por ejemplo, las relaciones de producción de una sociedad.


La materia se halla siempre en constante movimiento; el movimiento es la forma de existencia de la materia, es una propiedad inherente de la misma. No existe materia sin movimiento ni movimiento sin materia. En este contexto no existe la inmovilidad absoluta e incluso el reposo, que siempre es relativo, era considerado como un caso particular del propio movimiento. 


Todos los seres de la naturaleza son el resultado de un lentísimo desarrollo de la materia en movimiento; la materia humana también es un fenómeno posterior, fruto de un desarrollo muy prolongado (Lenin, 1909/1983). Así, lo psíquico, lo ideal, no es otra cosa que lo material trasladado a la mente humana y transformado en ella.


El movimiento de la materia es autogenerado, es automovimiento, ya que, en contra de los planteamientos idealistas, se consideraba que la materia no necesitaba ningún tipo de impulso exterior para inducir desde fuera el movimiento. Engels (1925/ 1981) diferenciaba distintas formas de movimiento: mecánico, físico, químico, bioló- gico y social. Las formas superiores descansaban en las inferiores.


A través del movi- miento la materia se desarrollaba adquiriendo nuevas cualidades y elevándose a planos cada vez más altos. Así, lo espiritual no existió siempre, sino que surgió en una fase dada del desarrollo de la materia y no es inmutable sino que se desarrolla y modifica con la materia. 


Para Engels (1925/1981), el espíritu es el producto supremo de la materia y la conciencia y el pensamiento, por muy trascendentes que parezcan, son el producto del cerebro, un órgano material físico.


Para el materialismo dialéctico, el movimiento tiene doble forma: evolutiva o revolucionaria. Es evolutiva cuando se dan pequeños cambios, producto de modifica- ciones cuantitativas. Es revolucionaria cuando provoca cambios cualitativos. 


La evolución prepara el camino de la revolución. En el plano ideológico, conceder valor tan sólo a la evolución es caer en el “reformismo”. Para Politzer (1975), el verdadero revolu- cionario es aquel que, como dialéctico, crea las condiciones favorables para el ascenso a lo nuevo. 

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