No cabe la menor duda que Alain Touraine es uno de los
sociólogos más representativos del pensamiento contemporáneo. Director de la
Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales y del Centro de Análisis y de
Investigación Sociológicas (CADIS) en París, sus obras están orientadas al
análisis de la sociedad como producto de la acción social.
Retomando a Thomas Kuhn, podemos decir que la emergencia de
nuevas teorías en el marco de la historia de las ideas significa, de alguna
manera, una ruptura epistemológica. El paso, por ejemplo, del marxismo al
estructuralismo, y de ambos a la sociología de la acción no es la simple
sustitución de una explicación por otra forma de análisis, ni el desplazamiento
de la atención y análisis de la lucha de clases al de las estructuras.
Significa toda una transformación del conocimiento en lo que concierne al
objeto de estudio, la construcción metodológica y todo el edificio conceptual
que la acompaña, así como la formulación de nuevas hipótesis explicativas de la
realidad.
En esta perspectiva, Alain Touraine busca repensar las
transformaciones de la sociedad e intenta definir el objeto del análisis
sociopolítico en términos del marxismo y del estructuralismo. Para Touraine, el
carácter esencial de la acción social está asociado al objeto de la acción y a
la significación que le otorga el actor, en el marco de determinadas
condiciones sociales.
Por lo tanto el problema no es solamente cómo explicar
los cambios de las sociedades sino cómo se constituye la “historicidad” moderna
y la orientación de esta acción en el proceso de producción y reproducción de
la sociedad.
El autor plantea que ya no podemos interrogarnos sobre la
“naturaleza de la sociedad, sino únicamente sobre su funcionamiento, es decir,
sobre sus orientaciones, sus formas de organización y de cambio”.
La sociedad es un sistema de relaciones sociales y su
funcionamiento es el resultado de su acción. La sociedad no es solo
reproducción y adaptación; es también creación y producción de sí misma.
La evolución social no es continua. Hay que distinguir
diversos sistemas de acción histórica que corresponden a un modelo cultural
diferente. Ingresamos a una sociedad postindustrial que se define por sus
orientaciones y sus relaciones de clase y, en consecuencia, dice Touraine, “por
lo que se saca a la luz y se deja en la oscuridad”.
La nueva orientación del sistema de acción histórica define
el campo de las relaciones sociales, el de las relaciones políticas, el de las
formas de organización social y el de todas las manifestaciones de conflicto o
negociación.
La clase dirigente es tal porque asume la responsabilidad de
la historicidad, gracias a la acumulación, al conocimiento y al modelo
cultural, y porque va más allá de su propia reproducción. Tiene, además, dos
características: por una parte es la expresión social del modelo cultural y,
por otra, ejerce una coerción sobre el conjunto de la sociedad. Esta clase es
también dominante porque crea el modelo cultural y se apropia de él: se sirve
de él para construir su poder.
Las relaciones de clase constituyen el “campo de actores
históricos” o “campo de historicidad”.
Las orientaciones del sistema de acción histórica están
“marcadas” por las relaciones y la dominación de clase. La sociedad es un
sistema cuya característica principal es producir y reproducir sus
orientaciones, es decir, las condiciones de su funcionamiento.
El enfoque teórico de Touraine contempla tres dimensiones:
a.
La historicidad, que define los instrumentos de
producción de la sociedad.
b.
El sistema de acción histórica, que es el
conjunto de orientaciones sociales y culturales mediante las cuales la
historicidad ejerce su influencia sobre el funcionamiento de la sociedad.
c.
Las relaciones de clase, que contemplan las
modalidades de la lucha de clases por el control de la historicidad y del
sistema de acción histórica. En esa lucha los actores establecen dos formas de
relación con aquellos con que comparten normas y están situados en el mismo
espacio social. En cambio tendrán relaciones de “conflicto” con aquellos
situados en un espacio distinto. En este caso se dará una relación de
dominación.
Las normas que rigen a las relaciones sociales son resultado
de las decisiones políticas y éstas son consecuencia de las relaciones de
fuerza y de influencia ente los actores.
En esta perspectiva Touraine ha sido considerado como el
sociólogo de la historicidad, debido a sus estudios acerca de cómo una
colectividad actúa sobre ella misma a partir de un modelo cultura. Él considera
importante tomar en cuenta el sistema institucional y político, constituido por
el conjunto de mecanismos sociales a través de los cuales las orientaciones
culturales son transformadas en decisiones al interior de una organización
social.
Otro punto que considera este enfoque es la regencia que se
hace a la organización social, constituida por una colectividad establecida en
un territorio, con una cierta forma de poder que utiliza ciertos recuerdo según
determinadas formas de funcionamiento interno y que toma en cuenta determinados
objetivos con relación a su entorno.
En esta perspectiva teórica, el sistema de historicidad se
expresa en los movimientos sociales en la medida en que los expresan directa e
indirectamente los conflictos de clase con la finalidad de apropiarse de un
modelo de desarrollo.
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