La principal fortaleza de los movimientos ciudadanos apoyados con tecnologías sociales es su estrategia de acción social: su potencialidad para generar, difundir contenidos en tiempo real y derivar en formas de organización, denuncia, acciones y propuestas que incidan sobre el mundo social, político, jurídico, cultural. Influir en una elección o en una legislación, dice Rheingold, es la condición sine qua non de la eficacia de estos movimientos.
El activismo en México ha incorporado estrategias de comunicación, organización y acción a partir de las posibilidades que ofrecen las tecnologías de la información y la comunicación. Acciones, campañas o movimientos que se gestan, se organizan y se convocan utilizando herramientas tecnológicas y que poseen un impacto en el mundo físico.
En el caso mexicano, desde 2009 hemos observado que las tecnologías de la información y comunicación (en particular, el uso de Internet, la popularización de teléfonos celulares y la revolución de los medios sociales) han propiciado la conformación de redes ciudadanas que han puesto en la arena pública el debate de temas de interés social, que no necesariamente se encuentran en la agenda de los medios o la agenda política.
Tal es el caso del movimiento para anular el voto en las elecciones intermedias de 2009, entre los pioneros de la red, al igual que iniciativas como cuidemos el boto o Dejemos de Hacernos pendejos. En Twitter, fueron el movimiento Internet necesario para impedir que el gravamen a este servicio, el Movimiento 5 de junio creado por los padres de los niños fallecidos en la Guardería ABC y Stop Acta los más relacionados con el impacto directo a una la legislación.
Los diversos movimientos y agrupaciones, a pesar de sus trayectorias y agendas diversas, poseen ciertos rasgos en común: por una parte, articulan grupos de ciudadanos que cuestionan la acción del Estado y los representantes políticos en temas sensibles que no están resueltos por el sistema político y jurídico: la falta de transparencia, la impunidad, la ilegalidad, la violencia, la necesidad de la participación ciudadana directa, la partidocracia, la falta de diálogo entre los diversos actores sociales; por otra, coinciden en utilizar las herramientas tecnológicas para la discusión de agendas, difusión de información, organización de miembros y definición de acciones y propuestas.
No todas las acciones sociales pueden catalogarse como movimientos. También ha habido campañas, temas críticos o ciertos actores que a través de la capacidad sintética del hashtag usado en Twitter han ganado notoriedad pública en estos últimos dos años y medio:
#copala#Losqueremos vivos#México Rojo#niunamas#Niunestudiante más#Accionescolectivas#Aventonciudadano#GuarderiaABC#JusticiaABC#ReyesSalazar#Nomássangre#Yabastadesangre#Méxicotomalacalle#StopActa#optequila#Nepomuceno Moreno #matrimonioDF#derechoatecho#derechoadecidir#vigiliaporJuárez#15x15#supervia#wikibanqueta#wikicarril #MariselaEscobedo#SusanaChavez#Tuiterxslibres#ReformapoliticaYa#LeyDoring#marcha de las putas#Movimientodecaderas#cofcofCOFEPRIS#Quitaunanucio
#mueveteporlaeducacion
Los actores individuales y colectivos que han promovido estos movimientos, campañas o temas de la agenda ciudadana pertenecen tanto a organizaciones formales como a organizaciones no formales de la sociedad civil. Por una parte, algunos grupos de activistas se encuentran integrados a traves de asociaciones formales (DHP, ANCA, Al Consumidor), otros grupos son informales y descentralizados (Contingente MX, Camina Haz Ciudad) y un último grupo de personas asociadas a agendas específicas trabajan de forma más o menos autónoma, pero con redes estratégicas de apoyo.
Estas distintas iniciativas se pueden clasificar a partir de sus propósitos y su naturaleza: por una parte, tenemos movimientos y campañas en la red con fines simbólicos, como por ejemplo la campaña No son cifras. Tienen nombre, que busca rescatar la memoria de las víctimas y hacer visible ante la opinión pública que mientras los medios y el gobierno minimizan las muertes y las reducen a números, hay una historia detrás de cada muerte, un rostro, una familia que llora. Este tipo de campañas cumplen una función significante, a veces son de carácter virtual, pero también pueden canalizarse a través de acciones offline (vigilias, altares, pases de lista, movimiento de caderas, un acostón, marchas) que implican la apropiación del espacio público.
Otro tipo de movimientos tienen propósitos pragmáticos que implican acciones de intervención del entorno físico, como las iniciativas del colectivo Camina Haz Ciudad o como la reciente campaña Quita un anuncio, que además conllevan un mensaje simbólico tanto para la opinión pública como para los actores políticos.
Un tercer grupo de iniciativas ciudadanas van encaminadas a impactar algún tipo de legislación (inhibir o promover proyectos de ley). Este tipo de iniciativas si bien aún no ha derivado en políticas públicas a una escala macro, sí han significado una influencia directa e indirecta de la ciudadanía a través de la presión originada en términos de la opinión pública y el lobbying de los grupos cuidadanos, favorecido por cierta coyuntura política y la acción específica de ciertos senadores y diputados (acciones colectivas, Ley 5 de Junio o que México no firmara ACTA, por ejemplo).
Estas últimas han articulado de manera efectiva un activismo mixto (Ricaurte 2012) offline (legales, políticas, sociales, simbólicas) y online (producción de contenidos, difusión de información, organización, etc.).
Si analizáramos -como lo plantea Rheingold- la efectividad de los movimientos y campañas en términos de su impacto en la legislación o el resultado electoral, podríamos decir que en México las victorias han sido todavía pocas, pero trascendentales.
El punto problemático es evaluar hasta qué punto las numerosas iniciativas resultan esfuerzos desarticulados (a pesar de que los grupos se solidarizan con otros, no están unidos por una única causa común) que no necesariamente vinculan las causas de los problemas sociales con su origen estructural. Habría que llamar la atención sobre la necesidad de plantear movimientos dirigidos a erradicar la raíz de los problemas. De lo contrario, resultan intentos de controlar una hemorragia con un curita. Sirva esto de reflexión sobre los alcances y retos de estos movimientos en el futuro inmediato.
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