jueves, 16 de agosto de 2012

REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y CAPITALISMO


Revolución industrial y capitalismo

Las transformaciones sociales que provoca el crecimiento industrial terminaron por trastocar el Antiguo Régimen, basado en la organización feudal y la monarquía, en lo político, y la hegemonía de la producción agraria.
El término Revolución Industrial se relaciona con la industrialización a la inglesa y con la Revolución francesa. El vapor impulsa el ascenso social de la burguesía.
Tortella delimitaba el término capitalismo como el sistema político implantado con la Revolución Industrial o, si se quiere, el sistema socio-económico que sustituyó al Antiguo Régimen.
Tanto el ferrocarril como en el textil buena parte de la maquinaria y la tecnología era importada, por tanto el atraso tecnológico podría incorporar factores organizativos, de comercialización, de innovación empresarial, etc…difíciles de cuantificar pero que sin duda repercuten en la baja manera de la productividad industrial durante el XIX.
La Revolución Francesa de 1789, refunde totalmente el aparato de Estado poniendo nuevas instituciones administrativas, judiciales y financieras en armonía con los principios generales de la sociedad burguesa y del Estado liberal. Representa un corte violento con el absolutismo del Antiguo Régimen, fundado en la teoría del derecho divino, garante de los derechos de la aristocracia y la fragmentación feudal del mercado nacional mediante las aduanas interiores. Se declara la separación de la Iglesia y el Estado laico, quien por la doctrina de la soberanía nacional pasa a ser emanación del pueblo, fundado en el libre contrato de sus miembros. La aristocracia y el clero noble pierden la Bastilla, el poder político y con el las rentas, el poder económico. En esta lucha se forma la conciencia nacional y el Estado central.
Pero estas transformaciones se realizarán durante procesos muchos más largos fuera de Francia. En España, la Corona y las clases dominantes siguieron con atención y pavor los sucesos revolucionarios y se apresuraron a poner en marcha las medidas que consideraron más eficaces para evitar una repetición de esos espantos revolucionarios. El objetivo político se consiguió identificados con traidores desde la invasión napoleónica.
Pero es la industria moderna, movida por máquinas de vapor, la textil algodonera que suministra artículos para el consumo de masas la única capaz de alcanzar un tamaño notable. Lo mismo ocurre con la siderurgia, especialmente cuando la potente demanda de sus productos para construir los ferrocarriles en modernos establecimientos siderúrgicos.
Según la nueva historia de la Revolución Industrial británica las primeras fases de la industrialización durante el XVIII no parecen haber diferenciado los índices de crecimiento económico ingleses de los franceses. Éstos incluso superaron la capacidad productiva británica antes de la Revolución Francesa. Solo a partir de comienzos del siglo XIX la economía británica alcanzó una clara superioridad.

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