viernes, 12 de octubre de 2012

Planteamiento del problema

Publicar su planteamiento del problema. Y buscar información acerca de las variables. Entregar antes del 14 de octubre.

martes, 9 de octubre de 2012

delimitación del problema

Esta actividad es para el dia viernes 12 de octubre, por este medio.

Elige una parte pequeña, un subtema o como quieras llamarlo,  del tema que te interesó. Cuestionate si ese tema aparece en una realidad cercana a ti, es decir, en una población que puedas estudiar.

Después redacta el planteamiento del problema.

Elementos a evaluar:

Lugar y fecha donde sucede el problema.
Población.
Descripción del contexto donde se da el problema.

ACTIVIDADES BLOQUE III

PRIMERA ACTIVIDAD
RECUERDA QUE DEBES ENTREGARLO ANTES DEL DÍA SÁBADO 13 DE OCTUBRE DEL 2012. LA INFORMACIÓN APARECE EN EL BLOQUE III. SUERTE.


Contesta lo que se te pregunta:

1.- ¿ Qué es la res pública?

2.- ¿Quién incorporó la palabra Estado al lenguaje común?

3.- ¿Cómo consideraba Thomas Hobbes al Estado?

4.- ¿Cómo define Max Weber al Estado?

5.- ¿Cuáles son los elementos constitutivos del Estado? Explica cada uno.

6.- ¿Qué es la soberanía?







¿ Qué opinan de....?

Hay tres artículos en el blog. El de amlo, el de cnn y el de ¿Qué deben aprender de otros movimientos sociales? Léalos y comenten en cada uno de ellos, los comentarios solo serán válidos antes del domingo 13 de octubre. Suerte

lunes, 8 de octubre de 2012

Chicos! Primera tarea del segundo parcial!

Leer de la pagina 86 a la 94. Investigar algún tema que les interese y llevarlo a la clase el día miércoles. Suerte. Ya tengo sus calificaciones. Hubo calificaciones de diez y otras...no tanto...xD

Chicos! Primera tarea del segundo parcial!

Leer de la pagina 86 a la 94. Investigar algún tema que les interese y llevarlo a la clase el día miércoles. Suerte. Ya tengo sus calificaciones. Hubo calificaciones de diez y otras...no tanto...xD

lunes, 24 de septiembre de 2012

AMLO Y EL SISTEMA DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES


Un sector significativo de los mexicanos, y eso cruza verticalmente todas las clases sociales, está descontento con la situación general del país. Puede decirse que hay una conciencia colectiva de decadencia que no es general pero sí muy extendida. La ética social, las obligaciones morales están cada vez menos presentes; las acciones individuales amorales, injustas, ilegales, parecen imponerse a toda conciencia colectiva que constituye la argamasa de la sociedad por encima de sus conflictos sectoriales.
La percepción del desempeño de la economía nacional y privada es que está estancada, que no hay mejoría ya desde hace una generación o más. El estatus relativo de México en el conjunto de las naciones se deteriora, y la criminalidad está rompiendo las barreras y logrando introducirse en todos los círculos sociales, incluyendo las altas esferas de la política y la empresa pública. Pocos son los que creen en el progreso en un futuro inmediato. Eso coincide con lo que Émile Durkheim ha llamado un estado de anomia. Parte de la nación mexicana se siente impotente ante la necesidad urgente de cambiar el rumbo, que evidentemente tiene que ver con la acción colectiva, y guarda reservas hacia las próximas elecciones.
Racionalmente hablando, la pregunta es: ¿Por dónde comenzar? Y la respuesta no es simple ni mucho menos evidente. Yo citaría aquí a Esthela Gutiérrez Garza, quien después de hacer un diagnóstico certero del estado económico de la nación sostiene: “Es fundamental tener claro que el principal problema de México no es económico, sino político… Los proyectos de la supuesta modernización que se instrumentan desde las cúpulas del poder terminan por beneficiar sólo a quienes las proponen (…) solamente con participación ciudadana se puede concebir, instrumentar y realizar un proceso de nación que a todos incluya en su ejecución y en el beneficio de sus resultados”1.
Pero la “participación social” no se produce sólo en el sistema político; se produce también, como sugiere Niklas Luhmann, en el sistema de los movimientos sociales. El sistema de movimientos sociales es en sí mismo completamente diferente al sistema político y vive con intensidad su propia dinámica, ajeno a elecciones, presidentes, gobernadores y toda la parafernalia que los acompaña; con otros calendarios, problemas diferentes, victorias y derrotas a las cuales los medios (con notables excepciones) no prestan atención ninguna. Ahí no reina la publicidad, sino las redes sociales; tampoco la ambigüedad o la trácala, sino el compromiso digno con ideas y valores; los medios escasean y la solidaridad humana es fuerte. Sin embargo, el sistema de movimientos sociales es fuente bien establecida de participación popular y poder. Es tan viejo como el México colonial, en el cual el sistema político tenía poco o nada de participación social y en donde reinaba el principio de que los súbditos deben “aprender a callar y obedecer”, mientras que los movimientos de resistencia de los indígenas eran permanentes.
En una cosa los dos mundos se parecen: en ninguno de los dos el músculo y la mente duermen, hay una actividad febril y constante, un trajín incesante. Estoy convencido de que el salto de la decadencia o anomia a la regeneración y el restablecimiento del vigor nacional depende de la acción en ambos sistemas. Entre los dos se establecen relaciones de negociación, represión y autodefensa. El gobierno coopta dirigentes, satisface parcialmente demandas, mata. El movimiento se dispersa, queda reducido a su mínima expresión. Pero el sistema de movimientos sociales persiste y nunca sabe uno cuándo se puede transformar en poder alternativo.
AMLO es un hombre que, como otros líderes de América Latina, se ha movido y se sigue moviendo con gran naturalidad en los dos sistemas: el político y el de los movimientos sociales. Su compañía en ese sentido no es mala, ni mediocre: Lula, el dirigente sindical y presidente popular; Evo Morales, dirigente de los cocaleros y presidente popular; Dilma Rousseff, luchadora radical contra la dictadura y presidenta popular; José Mujica, tupamaro y presidente popular.
AMLO es similar a ellos y a la vez distinto, porque pertenece al escenario mexicano en el cual no hubo dictadura militar. Ha pasado frecuentemente de la acción política a la lucha social, siempre por defender valores esenciales para ambas esferas. Primero fue dirigente estudiantil en su nativo estado en 1968. Después participó en el equipo electoral de Carlos Pellicer. Durante los años 1977-1982 estuvo al frente del Centro Coordinador Indigenista Chontal de Nacajuca, en donde contribuyó a mejorar las tecnologías agrícolas de los indígenas, y fueron ellos quienes lo apoyaron para que iniciara su carrera política.
En 1988 lo postularon como candidato a la gubernatura de su estado natal, Tabasco, contra Roberto Madrazo. Después de que éste asumió la gubernatura, AMLO exhibió 45 cajas con miles de documentos que probaban el costo ilegal de la campaña de Madrazo, y por tercera vez en su vida recurrió al movimiento social llamando a la resistencia contra el fraude y la imposición de Pemex en la región. Eso desembocó en la Caravana por la Democracia.
Dos años más tarde bloqueaba instalaciones petroleras para exigir indemnizaciones para los campesinos y pescadores afectados por la actividad de Pemex. Luego fue presidente del PRD y transformó su campaña por el Distrito Federal en un verdadero movimiento social. El intento de Vicente Fox de desaforarlo fue derrotado por un movimiento social multitudinario. Todos conocemos la historia de lo que siguió al fraude de 2006. Expulsado de la política, Andrés Manuel volvió a refugiarse en el movimiento social, sin abandonar completamente la primera. ¿Quién, entre los otros candidatos a la Presidencia, tiene un historial semejante?

LA JORNADA: LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y LA POLÍTICA


Los movimientos sociales (#YoSoy132) y la política
Víctor Flores Olea
L
a irrupción en la palestra política del movimiento #YoSoy132 plantea una serie de nuevas cuestiones sobre elsujeto de la revolución y acerca de la toma del poder del Estado como condición indispensable de las transformaciones sociales. Para discutir, aun cuando sea brevemente, algunos de estos puntos hagamos referencia inicial al libro de John Holloway Cambiar al mundo sin tomar el poder (2002), quien sostiene que los movimientos sociales (en México hoy, eminentemente, el #YoSoy132)pueden significar cambios fundamentales en la estructura social y política de una sociedad, y condicionar definitivamente el uso y dirección del poder, al margen de las representaciones y mediaciones tradicionales.
La joven Camila Vallejo, dirigente del movimiento estudiantil chileno, nos dice acertadamente que, sin embargo, para transformar a una nación no bastan las movilizaciones, sino que es necesario sumar a todos los sectores y no limitarse a demandar a los de siempre transformaciones que nunca van a querer hacer. Esto significa que los movimientos sociales han de ser suficientemente transversales ymovilizadores de la sociedad entera, de tal suerte que las estructuras del poder actual no puedan resistir más y se vean obligadas a realizar las transformaciones democráticas que se les exigen. La revolución, o los cambios realmente profundos, han de surgir del interior de la sociedad total, y no de una sola de sus partes.
En su libro, Holloway examina las características y efectos sobresalientes de los movimientos sociales en los años noventa y primeros del nuevo milenio, considerando la rebelión zapatista de 1994 y la movilización de Seattle de 1999 como referentes imprescindibles. Comienza por reconocer que tales movimientos lucharon por un cambio radical, pero en términos y por vías diferentes a los de las luchas revolucionarias anteriores que se proponían inmediatamente la toma del poder.
Probablemente uno de los mayores méritos de Holloway es que plantea abiertamente, desde el inicio, algunas de las cuestiones esenciales del marxismo en la tradición libertaria, invocando autores no ortodoxos (como los autores de la escuela de Francfort, Georg Lukacs y Ernst Bloch), y sosteniendo que la transformación del mundo es cuestión de todas las horas de todos los días, sin límite de tiempo, y que esta tarea transformadora está al alcance de cada uno de nosotros, incluso en nuestra vida ordinaria, y que no es preciso esperar grandesconmociones para hacerla posible.
La transformación del mundo es una tarea permanente, y no sólo de los momentos excepcionales. Cita Holloway a los zapatistas: la gran cuestión para los revolucionarios es la transformación continua del mundo que los rodea, y en cierta forma haber perdido la certeza de que el camino está predeterminado; por ejemplo, han dicho los zapatistas que para los revolucionarios es decisivo abandonar cualquier certeza prefijada, y quenosotros no conocemos el camino y poner en cuestión el camino o caminos que se nos ofrecen es parte del proceso revolucionarios mismo.
Lo que significa, en otros términos, que la revolución es un cuestionamiento sin fin y no una respuesta. Repensar la revolución significa cuestionar durante la marcha misma, durante el proceso, el significado y pertinencia de nuestros actos, sin pretender contar de antemano con respuestas acabadas (Holloway).
Nunca fue tan obvio que el capitalismo es un desastre y que no es disparatado pensar que de seguir así podría llevarnos a la aniquilación humana. Por otro lado, los intentos de cambiar la sociedad a través del Estado o de la toma del poder han fracasado, tanto en sus formas revolucionarias como en sus vías reformistas. Entonces se piensa que la única opción para replantear el cambio social de otra manera es a través de una forma que no vincule la revolución con la toma del aparato estatal, sino que plantee, precisamente, cómo cambiar el mundo sin tomar el poder. Y esto implica replantear el significado del poder, el significado de la teoría y praxis del pensamiento revolucionario y de la tradición marxista.
Los movimientos sociales son acciones colectivas en las cuales la población es educada y movilizada, a veces durante años, para desafiar a los acostumbrados líderes sociales y a los propietarios de los medios productivos, a las oligarquías, presionándolos y obligándolos a resolver determinados problemas sociales o agravios, y a restaurar los más importantes valores sociales. Al final de cuentas, se trata del enfrentamiento de los movimientos sociales con el poder para ganar la voluntad de las mayorías, y de la lucha política para cambiar el statu quo.
En un tiempo de terrible centralización del poder siempre es importante y valioso recordar el poder del pueblo, a pesar de que también se ha eliminado en buena medida o al menos se ha visto vulnerado por los medios de comunicación, que han contribuido a eliminar o limitar la participación ciudadana en los procesos de toma de decisión. Los poderes altamente centralizados actúan en favor de las minorías, al mismo tiempo que menosprecian el bien común y agravan los problemas colectivos. Son por definición antidemocráticos, en tanto los movimientos sociales postulan la democracia participativa y radical.
En definitiva, lo anterior para explicar las líneas centrales del último de los movimientos sociales importantes que han surgido en México (#YoSoy132), y para concluir solicitando enérgicamente que todos los jóvenes y ciudadanos del país salgan a votar el 1º de julio, obviamente por el candidato de las izquierdas Andrés Manuel López Obrador. Los movimientos sociales como Morena o el #YoSoy132 han de culminar su militancia imparable con un voto en las urnas que refleje claramente su significado e intención.

EL UNIVERSAL: TECNOLOGÍA Y MOVIMIENTOS SOCIALES EN MÉXICO


La principal fortaleza de los movimientos ciudadanos apoyados con tecnologías sociales es su estrategia de acción social: su potencialidad para generar, difundir contenidos en tiempo real y derivar en formas de organización, denuncia, acciones y propuestas que incidan sobre el mundo social, político, jurídico, cultural. Influir en una elección o en una legislación, dice Rheingold, es la condición sine qua non de la eficacia de estos movimientos.
El activismo en México ha incorporado estrategias de comunicación, organización y acción a partir de las posibilidades que ofrecen las tecnologías de la información y la comunicación. Acciones, campañas o movimientos que se gestan, se organizan y se convocan utilizando herramientas tecnológicas y que poseen un impacto en el mundo físico.
En el caso mexicano, desde 2009 hemos observado que las tecnologías de la información y comunicación (en particular, el uso de Internet, la popularización de teléfonos celulares y la revolución de los medios sociales) han propiciado la conformación de redes ciudadanas que han puesto en la arena pública el debate de temas de interés social, que no necesariamente se encuentran en la agenda de los medios o la agenda política.
Tal es el caso del movimiento para anular el voto en las elecciones intermedias de 2009, entre los pioneros de la red, al igual que iniciativas como cuidemos el boto o Dejemos de Hacernos pendejos. En Twitter, fueron el movimiento Internet necesario para impedir que el gravamen a este servicio, el Movimiento 5 de junio creado por los padres de los niños fallecidos en la Guardería ABC y Stop Acta los más relacionados con el impacto directo a una la legislación.
Los diversos movimientos y agrupaciones, a pesar de sus trayectorias y agendas diversas, poseen ciertos rasgos en común: por una parte, articulan grupos de ciudadanos que cuestionan la acción del Estado y los representantes políticos en temas sensibles que no están resueltos por el sistema político y jurídico: la falta de transparencia, la impunidad, la ilegalidad, la violencia, la necesidad de la participación ciudadana directa, la partidocracia, la falta de diálogo entre los diversos actores sociales; por otra, coinciden en utilizar las herramientas tecnológicas para la discusión de agendas, difusión de información, organización de miembros y definición de acciones y propuestas.
No todas las acciones sociales pueden catalogarse como movimientos. También ha habido campañas, temas críticos o ciertos actores que a través de la capacidad sintética del hashtag usado en Twitter han ganado notoriedad pública en estos últimos dos años y medio:
#copala#Losqueremos vivos#México Rojo#niunamas#Niunestudiante más#Accionescolectivas#Aventonciudadano#GuarderiaABC#JusticiaABC#ReyesSalazar#Nomássangre#Yabastadesangre#Méxicotomalacalle#StopActa#optequila#Nepomuceno Moreno #matrimonioDF#derechoatecho#derechoadecidir#vigiliaporJuárez#15x15#supervia#wikibanqueta#wikicarril #MariselaEscobedo#SusanaChavez#Tuiterxslibres#ReformapoliticaYa#LeyDoring#marcha de las putas#Movimientodecaderas#cofcofCOFEPRIS#Quitaunanucio 
#mueveteporlaeducacion

Los actores individuales y colectivos que han promovido estos movimientos, campañas o temas de la agenda ciudadana pertenecen tanto a organizaciones formales como a organizaciones no formales de la sociedad civil. Por una parte, algunos grupos de activistas se encuentran integrados a traves de asociaciones formales (DHP, ANCA, Al Consumidor), otros grupos son informales y descentralizados (Contingente MX, Camina Haz Ciudad) y un último grupo de personas asociadas a agendas específicas trabajan de forma más o menos autónoma, pero con redes estratégicas de apoyo.
Estas distintas iniciativas se pueden clasificar a partir de sus propósitos y su naturaleza: por una parte, tenemos movimientos y campañas en la red con fines simbólicos, como por ejemplo la campaña No son cifras. Tienen nombre, que busca rescatar la memoria de las víctimas y hacer visible ante la opinión pública que mientras los medios y el gobierno minimizan las muertes y las reducen a números, hay una historia detrás de cada muerte, un rostro, una familia que llora. Este tipo de campañas cumplen una función significante, a veces son de carácter virtual, pero también pueden canalizarse a través de acciones offline (vigilias, altares, pases de lista, movimiento de caderas, un acostón, marchas) que implican la apropiación del espacio público.
Otro tipo de movimientos tienen propósitos pragmáticos que implican acciones de intervención del entorno físico, como las iniciativas del colectivo Camina Haz Ciudad o como la reciente campaña Quita un anuncio, que además conllevan un mensaje simbólico tanto para la opinión pública como para los actores políticos.
Un tercer grupo de iniciativas ciudadanas van encaminadas a impactar algún tipo de legislación (inhibir o promover proyectos de ley). Este tipo de iniciativas si bien aún no ha derivado en políticas públicas a una escala macro, sí han significado una influencia directa e indirecta de la ciudadanía a través de la presión originada en términos de la opinión pública y el lobbying de los grupos cuidadanos, favorecido por cierta coyuntura política y la acción específica de ciertos senadores y diputados (acciones colectivas, Ley 5 de Junio o que México no firmara ACTA, por ejemplo).
Estas últimas han articulado de manera efectiva un activismo mixto (Ricaurte 2012) offline (legales, políticas, sociales, simbólicas) y online (producción de contenidos, difusión de información, organización, etc.).
Si analizáramos -como lo plantea Rheingold- la efectividad de los movimientos y campañas en términos de su impacto en la legislación o el resultado electoral, podríamos decir que en México las victorias han sido todavía pocas, pero trascendentales.
El punto problemático es evaluar hasta qué punto las numerosas iniciativas resultan esfuerzos desarticulados (a pesar de que los grupos se solidarizan con otros, no están unidos por una única causa común) que no necesariamente vinculan las causas de los problemas sociales con su origen estructural. Habría que llamar la atención sobre la necesidad de plantear movimientos dirigidos a erradicar la raíz de los problemas. De lo contrario, resultan intentos de controlar una hemorragia con un curita. Sirva esto de reflexión sobre los alcances y retos de estos movimientos en el futuro inmediato.

CNN EN ESPAÑOL: ¿QUÉ DEBE APRENDER #YoSoy132 DE OTROS MOVIMIENTOS EN EL MUNDO?


¿Qué puede aprender #YoSoy132 de otros movimientos en el mundo?
El movimiento debe dejar claro cuando antes qué busca, aterrizar sus propuestas y tal vez organizar una asamblea interuniversitaria
(CNNMéxico) Los recientes actos de protesta y las movilizaciones de estudiantes universitarios en México están causando muchas comparaciones, en ocasiones forzadas, con otros movimientos vistos en varias ciudades europeas y estadounidenses, aglutinados bajo el nombre de los indignados y #OccupyWallStreet, respectivamente, así como con las marchas que se dieron en el Norte de África y en el Medio Oriente en 2011, conocidas como la “primavera árabe”.
Hay algunos elementos que en efecto obligan a hablar de similitudes, específicamente encuentro al menos tres: la juventud de sus integrantes, sus distintas identidades universitarias y el uso de las redes sociales como un recurso de movilización y como una plataforma concentradora de la información. Tal vez ahí se queden las similitudes.
Las diferencias entre los casos mencionados son muchas y las son incluso dentro de cada uno de ellos, porque las razones de los indignados españoles variaban con las de los de #OccupyWallStreet neoyorquinos y si bien la demanda principal en el Medio Oriente y el Norte africano era la de la apertura democrática, hay diferencias en el grado de la misma país por país.
En el caso del naciente movimiento #YoSoy132 ya se presentan algunas diferencias entre sus integrantes. Por un lado están quienes han sido claros en decir que este movimiento no es “un movimiento en contra de nadie” y mucho menos uno “en contra de Enrique Peña Nieto”, candidato del PRI a la presidencia, y por el otro, quienes sí pugnan porque este movimiento apoye con el voto de sus integrantes a los candidatos del Partido Acción Nacional o del Partido de la Revolución Democrática. El estudiante twittero @astroboydeDios tiene bien documentada esta primera división dentro del movimiento #YoSoy132 en una propuesta que escribe en su blog
Todo eso es normal. Un movimiento social no es un monolito y se enriquece de la pluralidad y de las discusiones de sus integrantes. De hecho, para la teoría que estudia los movimientos sociales, el #YoSoy132 se encuentra apenas en la fase 1, en el nacimiento de un movimiento social, definido por los académicos John McCarthy y Mayer Zald como un “conjunto de opiniones y creencias en un sector de la población que representan preferencias para cambiar algunos elementos de la estructura social y/o premiar con la distribución de logros a la sociedad”. Lo que falta ahora es que se convierta en un movimiento social organizado, que siguiendo la línea de pensamiento de los autores señalados es “una organización formal, institucionalizada, con miembros activos y con un objetivo claro y con estrategias para movilizar a un colectivo de manera recurrente con ese fin.”
Esas definiciones son sólo un principio, pero creo que están orientadas a la discusión obligada sobre qué sigue para este movimiento. Quienes lo integran deben ver los logros obtenidos por los movimientos que los han inspirado, el de los indignados europeos, el de las primaveras árabes y el de Occupy Wall Street y encontrar en qué fueron exitosos y en qué fracasaron.
El movimiento de los indignados tiene una variable similar a la del #YoSoy132: el contexto electoral. En España hubo mucha discusión sobre si los indignados tuvieron algún efecto en las elecciones y en el regreso de la derecha al poder. Varios académicos intentaron demostrar que el efecto del también llamado 15-M fue discursivo, una irrupción en las campañas, como ocurre ya con #YoSoy132, pero más allá de ello, para algunos académicos no tuvieron un efecto en el regreso del Partido Popular al poder, acaso sólo en un ligero aumento del voto nulo y aquí hay una primera lección para los jóvenes mexicanos.
En 2009 otro grupo de jóvenes mexicanos, especialmente los integrantes de la hoy Asamblea Nacional Ciudadana (ANCA), hicieron un llamado al voto nulo que tuvo eco en México y que sirvió como el motor para que en 2011 y 2012 otro grupo de jóvenes retomara esos esfuerzos y se apropiara del discurso de una reforma política necesaria en México. Hoy #YSoy132 sí está obligado a definir si seguirá llamando a sus integrantes a votar de manera informada o si incorporará el llamado al voto nulo entre sus objetivos. Realmente espero que lo último no sea el caso, porque si gana el Partido Revolucionario Institucional (PRI), como indican las encuestas, estos jóvenes serán irónicamente acusados de haber ayudado al regreso del PRI, como injustificadamente se acusó a los anulistas por el avance del partido tricolor en las elecciones intermedias del 2009.
Por su lado, Occupy Wall Street es un movimiento que tuvo una enorme atención mediática en Estados Unidos y que con ello ayudó a crear conciencia sobre las fallas de un modelo que genera una inaceptable desigualdad, sentimiento que fue genialmente enmarcado en términos discursivos al contrastar a ese “ 99%” de los que se quedan fuera de los beneficios del sistema contra ese “1%” que goza de ellos.
El #OccupyWallStreet obligó/ayudó al presidente Obama a impulsar su reforma al sistema financiero, así como lo obligó a ofrecer una política pública focalizada en ayudar a los estudiantes a pagar sus deudas universitarias y tal vez ahí quedó la cosa, también porque much@s acudieron al llamado del filósofo rockstar Slavoj Zizek, quien alguna vez llamó a ocupar primero y demandar después.
El #Yosoy132 sí tiene que dejar en claro qué busca, y tiene que hacerlo cuanto antes. Si es la democratización de los medios de comunicación, bien podrían tratar de aterrizar mejor esto, como hace el twittero @astroboydeDios con su propuesta. Los medios de comunicación privados son empresas, algunos con agendas propias, unos más unos menos, y con diferencias enormes en cómo informan: unos lo hacen de forma independiente, otros lo hacen a modo de propaganda pagada y disfrazada de información. Aquí me parece que los jóvenes del #YoSoy132 deberían exigir que los medios de comunicación privados (no los públicos) salgan del clóset como lo hacen en Estados Unidos cuando anuncian públicamente que apoyan a un candidato presidencial, a una candidata a gobernadora o candidaturas específicas al Congreso. Esto es algo concreto y creo que deseable.
Hay muchas otras lecciones que se podrían tomar de los otros movimientos. Hoy muchos de los que hemos seguido el nacimiento de la más reciente generación de movimientos sociales estamos asombrados por el éxito de las convocatorias. Ningún otro movimiento nacido en las redes sociales en México había tenido esa capacidad de sacar a las calles a tanta gente. El movimiento de Javier Sicilia no nació en las redes sociales. Por ello, quienes lo integran tienen una responsabilidad de no perder el impulso logrado de un buen arranque, la atención mediática, el espacio universitario y la coyuntura electoral si no quieren que en 2013 ya nadie se acuerde de ell@s.
Tal vez una asamblea interuniversitaria en la que se voten los objetivos del movimiento, así como la designación de uno o dos vocer@s por universidad sería un buen comienzo. Y mientras, felicitaciones a quienes le han recordado a la clase política que una democracia sin el derecho a la protesta y a disentir no es una democracia.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Genaro Lozano.

EL SUICIDIO


ACTIVIDAD

El estructural-funcionalismo resalta la actuación del hombre como sujeto integrado en sociedad. A manera de ejemplo podemos citar a Émile Durkheim quien fue el primero en negar que el suicidio fuera un acto meramente individual. 

En efecto, proponía que el clima o temperatura no influían para existieran suicidios, sino que intervenían factores propios del medio social. En la sociedad, debía buscarse su origen, ya que en su seno se gestan las ideas, creencias y costumbres que caracterizan a los individuos, por lo que era preciso saber en qué consistían y cómo  actuaban para que decidieran optar por esa práctica. 

Sobre la base de este pensamiento, Durkheim clasificó los tipos sociales de suicidio a partir de las causas que los producían: suicidio egoísta: se presenta cuando las personas se quitaban la vida por su excesiva afirmación del ego: es más frecuente en los grupos sociales con un desmedido individualismo, como son las sociedades cuya religión es el protestantismo: suicidio altruista: contrario al anterior, es frecuente en las sociedades en que se educa a los sujetos para renunciar a considerarse a si mismos, ya que forman parte de una sociedad en la que predominan las instituciones sobre los individuos, por ejemplo los cuerpos de rescate: y suicidio anómico: originado por la falta de reglas o desorientación moral, resultado del insuficiente poder de la sociedad para influir sobre los individuos integrarlos a una convivencia común. Según Durkheim, tanto el suicidio egoísta, cómo el anómico, son los individuos y obtener bienestar, sin embargo, cuando no lo logran o fracasan optan por el suicidio. 

En cambio, el suicidio altruista demuestra el grado de compromiso y sentido de pertenencia de los sujetos por el conglomerado social, por lo que lejos de sancionarse, en muchos casos es reconocido.


1.- ¿Cuál es la explicación que propone Émile Durkheim para estudiar el suicidio?
a.     Se debe considera a las personas que lo practican como enfermos mentales
b.     Es resultado de la interacción del sujeto y la sociedad. Debe buscarse su origen porque en la sociedad se originan las ideas, creencias y costumbres que influyen en las personas para tomar esa decisión
c.      Es un acto explusivamente individual, en el que la sociedad no tiene nada que ver
d.     Es una práctica en la que incurren todos los fracasados y amargados de la vida

2.- Émile Dirkheim propone que existen tres tipos de suicidio, los cuales tienen las siguientes características:
a.     Dos tipos de suicidio, lejos de sancionarse son reconocidos porque demuestran la cohesión social, mientras que uno es cuestionado porque demuestra falta de integración social
b.     Dos son patológicos y deben ser cuestionado, en varios casos es reconocido.
c.      Los tres tipos de suicidio deben ser cuestionados porque implica atender contra la vida humana.
d.     Existe un tipo de suicidio que es resultado de un comportamiento exclusivamente individual, mientras que en los dos restantes si es posible reconocer la influencia del medio social.

3.- ¿Por qué crees que Durkheim se dedicó a estudiar el suicidio?
a.     Porque tenía esa tendencia y quería saber si sería cuestionado
b.     Porque quería demostrar que aun en un acto supuestamente individual, prevalece la influencia del contexto social en las personas.
c.      Porque era de la idea de acabar con la idea de que el suicidio es una práctica de enfermos mentales.
d.     Porque tenía la intención de que las personas despreciaran a quienes incurrían es esta práctica.

4.- Menciona dos ejemplos de comportamientos aparentemente individuales de las personas de tu localidad que son producto de su interacción con la sociedad. Justifica tu respuesta.

TEORÍA CRÍTICA


Entendemos por Teoría Crítica el proyecto fundamental que caracteriza a la conocida como Escuela de Frankfurt: el grupo de pensadores aglutinados en torno al Instituto de Investigación Social de la ciudad alemana, fundado en 1923. Según R.J. Bernstein, “la Teoría Crítica se había distinguido de la teoría social ‘tradicional’ en virtud de su habilidad para especificar aquellas potencialidades reales de una situación histórica concreta que pudieran fomentar los procesos de la emancipación humana y superar el dominio y la represión”.

La Teoría Crítica procuraba dar cumplimiento a esta pretensión revalorizando para dicho fin los momentos fundamentales de la tradición ilustrada europea. En lugar de solaparse sin más con un conjunto de inten- ciones eminentemente rupturistas, la Teoría Crítica quería acreditarse como aquella única instancia que, en un mundo administrado por completo por la razón técnica o calculística, podía guardar memoria de la razón substantiva (denominada Vernunft en la filosofía clásica alemana). 

Para hacer factible el sentido de ambos propósitos (virtualidad emancipatoria y reintegración racio- nal), la Teoría Crítica se autoconstruyó como teoría de la cosificación tardo- capitalista, habilitada esencialmente para desempeñar una crítica ideológica inmanente y para formar, como consecuencia, la disposición estructural de una conciencia revolucionaria. El principal resultado de esta actitud teorética se concentra en el debate en torno a las categorías: razón instrumental y dialéctica de la Ilustración.


El concepto de razón instrumental posee un carácter de denuncia que des- califica el sentido dominante de la racionalización social en la cultura moderna. En la definición clásica de zweckrationalität, Max Weber considera a ésta la que determina una “acción subjetivamente racional con arreglo a fines” y desde su prevalencia la función racionalizadora de la Modernidad presenta la impronta opaca de lo puramente técnico y pragmático. 

Aunque el mecanicismo, como esencia cultural, se revele considerablemente eficaz en el ámbito tecnológico, adquiere sin embargo una dimensión siniestra cuando oficia como principio de la integración social, pues entonces se reduce a un mero ejercicio de expansión totalitaria del orden político. 

Como señala Jacobo Muñoz, se trata en este caso de una “pseudorracionalización cuyo coste aní- mico resulta incalculable y que se traduce en ese intento de adaptarse u homogeneizarse, al que el individuo se ve constantemente forzado.” 

La adaptación o acomodación amenaza convertirse, bajo el predominio social de la racionalidad instrumental, en el criterio único al que puede acogerse cualquier comportamiento subjetivo, en tanto que la idea de progreso como fin en sí fomenta el continuo espejismo de que la realidad establecida es al mismo tiempo el ideal al que podemos aspirar. 

Esta paradoja abismal, de estirpe kaf- kiana, fue señalada por Horkheimer4 como el rasgo característico de la cul- tura contemporánea y el principal obstáculo al que se enfrenta hoy el pensa- miento crítico de aspiraciones radicales.

En efecto, la formalización extrema de la racionalidad (propiciada por una metodología científica históricamente consolidada) y su propensión glo- balizante (en correspondencia con el carácter expansivo del sistema capitalista de producción e intercambio), dan lugar en la era contemporánea a una hibridación políticamente efectiva de actitud positivista y convicciones totalizadoras de índole metafísica. 

La disposición desencantadora que caracteriza a la Modernidad impone a la metafísica de la cultura dominante una suerte de desrrealización consistente en la absolutización de lo fenoménico en su actualidad sucesiva (a lo que se atribuye toda la carga de sentido que en nues- tra época se puede tomar en cuenta).

La totalidad social como objeto inerte, abandonado a su propia circulación histórica. En efecto, el secreto de las actuales recetas legitimatorias consiste en solapar entre sí el plano funcional del modo histórico de producción, en su dinámica desenfrenada, con una presentación falsamente orgánica de las rela- ciones sociales, en la que se hacen pasar por condiciones necesarias del desenvolvimiento económico la apropiación privada del trabajo y del beneficio concomitante. 

Esta nivelación del plano técnico-funcional con los rasgos determinantes de las relaciones sociales alimenta el espejismo de una plena libertad de autorrealización (colectiva e individual), exclusivamente orienta- da por la facticidad del desarrollo productivo, pero que no es otra cosa que la máscara de la adaptación pasiva a la lógica autosuficiente del capitalismo monopolista.

La traducción política de esta disposición cultural produce una imagen de  con tales limitaciones, el sistema ideológico de la Modernidad conlleva, a más o menos largo plazo, el agostamiento y la trivialización del conjunto de las necesidades e intereses históricos en su dimensión individual, en un pro- ceso de empobrecimiento vital devastador. 

Esta percepción amenaza con un efecto tan atrozmente disolutivo, que induce en la contemporaneidad la compulsión a una nueva solidaridad mecánica, que se instituye autónomamente en la ciega necesidad de reproducir los sistemas sociales y su sentido marca- damente instrumental. 

La disposición de la dialéctica de la Ilustración conduce, por tanto, a esta suerte de hiperrealismo, que podemos ver sugerente- mente representado en la obra kafkiana: “El mundo de Kafka aparece dotado de una concreción casi sobrenatural. 

Todo es inestable, tambaleante, precario, pero al mismo tiempo desesperadamente inmutable y como petrificado”. De esta suerte, el talante del pensamiento factualizado tiende a retornar a una percepción en clave mítica de lo real, desbordando, en una paradójica regresión a los orígenes, los tradicionales principios de ordenación del pensa- miento ontoteológico.

El dios cristiano, en cualquier caso, ha sido sustituido en la Modernidad por el principio social de racionalidad. Con esta afirmación puede expresarse sintéticamente la carga de ambivalencia en que discurre el proceso de modernización: a su impronta de secularización de todos los órdenes de la vida se solapa la aspiración metafísica a que el progresivo desarrollo de la racionalidad conceptual objetivizadora suponga el movimiento moral hacia la verdad. 

Ante esta situación, la principal potencialidad de la Teoría Crítica consiste en hacer patente la naturaleza legitimatoria de la actual ideología dominante sobre la realidad opresiva del capitalismo desarrollado. 

En efecto, la estructura de una racionalidad máximamente sesgada hacia la instrumentalidad puede simbolizar el principio de legitimidad ausente, haciendo valer la meto- nimia eficacia=poder como metáfora de la Verdad (amparada bajo la hege- monía histórica de la racionalidad objetivizadora en Occidente). 

A partir de esta metáfora básica, se encadenan otras absolutamente significativas, cohesionadas por las categorías preeminentes de la filosofía: verdad=identi- dad=esencia=universal=universalidad (esta última como forma misma del Principio de Legitimación).


domingo, 23 de septiembre de 2012

SOCIOLOGÍA DE LA ACCIÓN


No cabe la menor duda que Alain Touraine es uno de los sociólogos más representativos del pensamiento contemporáneo. Director de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales y del Centro de Análisis y de Investigación Sociológicas (CADIS) en París, sus obras están orientadas al análisis de la sociedad como producto de la acción social.

Retomando a Thomas Kuhn, podemos decir que la emergencia de nuevas teorías en el marco de la historia de las ideas significa, de alguna manera, una ruptura epistemológica. El paso, por ejemplo, del marxismo al estructuralismo, y de ambos a la sociología de la acción no es la simple sustitución de una explicación por otra forma de análisis, ni el desplazamiento de la atención y análisis de la lucha de clases al de las estructuras. 

Significa toda una transformación del conocimiento en lo que concierne al objeto de estudio, la construcción metodológica y todo el edificio conceptual que la acompaña, así como la formulación de nuevas hipótesis explicativas de la realidad.

En esta perspectiva, Alain Touraine busca repensar las transformaciones de la sociedad e intenta definir el objeto del análisis sociopolítico en términos del marxismo y del estructuralismo. Para Touraine, el carácter esencial de la acción social está asociado al objeto de la acción y a la significación que le otorga el actor, en el marco de determinadas condiciones sociales. 

Por lo tanto el problema no es solamente cómo explicar los cambios de las sociedades sino cómo se constituye la “historicidad” moderna y la orientación de esta acción en el proceso de producción y reproducción de la sociedad.

El autor plantea que ya no podemos interrogarnos sobre la “naturaleza de la sociedad, sino únicamente sobre su funcionamiento, es decir, sobre sus orientaciones, sus formas de organización y de cambio”.

La sociedad es un sistema de relaciones sociales y su funcionamiento es el resultado de su acción. La sociedad no es solo reproducción y adaptación; es también creación y producción de sí misma.

La evolución social no es continua. Hay que distinguir diversos sistemas de acción histórica que corresponden a un modelo cultural diferente. Ingresamos a una sociedad postindustrial que se define por sus orientaciones y sus relaciones de clase y, en consecuencia, dice Touraine, “por lo que se saca a la luz y se deja en la oscuridad”.

La nueva orientación del sistema de acción histórica define el campo de las relaciones sociales, el de las relaciones políticas, el de las formas de organización social y el de todas las manifestaciones de conflicto o negociación.

La clase dirigente es tal porque asume la responsabilidad de la historicidad, gracias a la acumulación, al conocimiento y al modelo cultural, y porque va más allá de su propia reproducción. Tiene, además, dos características: por una parte es la expresión social del modelo cultural y, por otra, ejerce una coerción sobre el conjunto de la sociedad. Esta clase es también dominante porque crea el modelo cultural y se apropia de él: se sirve de él para construir su poder.

Las relaciones de clase constituyen el “campo de actores históricos” o “campo de historicidad”.
Las orientaciones del sistema de acción histórica están “marcadas” por las relaciones y la dominación de clase. La sociedad es un sistema cuya característica principal es producir y reproducir sus orientaciones, es decir, las condiciones de su funcionamiento.
El enfoque teórico de Touraine contempla tres dimensiones:
a.     
La historicidad, que define los instrumentos de producción de la sociedad.
b.     El sistema de acción histórica, que es el conjunto de orientaciones sociales y culturales mediante las cuales la historicidad ejerce su influencia sobre el funcionamiento de la sociedad.

c.      Las relaciones de clase, que contemplan las modalidades de la lucha de clases por el control de la historicidad y del sistema de acción histórica. En esa lucha los actores establecen dos formas de relación con aquellos con que comparten normas y están situados en el mismo espacio social. En cambio tendrán relaciones de “conflicto” con aquellos situados en un espacio distinto. En este caso se dará una relación de dominación.

Las normas que rigen a las relaciones sociales son resultado de las decisiones políticas y éstas son consecuencia de las relaciones de fuerza y de influencia ente los actores.
En esta perspectiva Touraine ha sido considerado como el sociólogo de la historicidad, debido a sus estudios acerca de cómo una colectividad actúa sobre ella misma a partir de un modelo cultura. Él considera importante tomar en cuenta el sistema institucional y político, constituido por el conjunto de mecanismos sociales a través de los cuales las orientaciones culturales son transformadas en decisiones al interior de una organización social.

Otro punto que considera este enfoque es la regencia que se hace a la organización social, constituida por una colectividad establecida en un territorio, con una cierta forma de poder que utiliza ciertos recuerdo según determinadas formas de funcionamiento interno y que toma en cuenta determinados objetivos con relación a su entorno.

En esta perspectiva teórica, el sistema de historicidad se expresa en los movimientos sociales en la medida en que los expresan directa e indirectamente los conflictos de clase con la finalidad de apropiarse de un modelo de desarrollo. 

LA JORNADA: LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y 2012


Los movimientos sociales y 2012
Víctor Flores Olea- LA JORNADA
L
a reforma en México de la Ley de Seguridad Nacional, a fin de utilizar a las fuerzas armadas en actos de represión contra los movimientos sociales, cuando se consideren una amenaza a la seguridad interior, que entraña la suspensión de las garantías individuales, tiene todas las características de un mandato fascista y autoritario, ya que se otorga al Ejecutivo la decisión de cuándo y cómo utilizar al Ejército, sin ninguna de las condiciones de autorización que ahora dispone la Constitución General de la República por parte del Poder Legislativo (al menos los artículos 29 y 73).
Por supuesto que tales normas son ya en gran medida letra muerta, ya que la guerra contra el crimen organizado, con la salida masiva del Ejército a las calles de gran parte de la República, se efectúa sin cumplirse ninguno de los requisitos constitucionales. Pero, según ha sido señalado, la reforma propuesta dejaría en las libres manos del Ejecutivo actuar a discreción y juzgar si un determinado movimiento social constituye una amenaza a la seguridad interior del país. Estamos regresando al tiempo del delito de disolución social, que no sólo propició en los años sesenta y antes innumerables crímenes y arbitrariedades de corte fascista, sino que condujo a la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco.
Con esta iniciativa de reformas a la Ley de Seguridad Nacional, el Ejecutivo se prepara y vela ya sus armas para lo que pudiera ofrecerse en 2012. Porque la reforma no sólo se refiere a la actual guerra contra el narcotráfico, sino que se dicta en previsión de lo que pueda acontecer políticamente el año que viene, considerando sobre todo el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), de Andrés Manuel López Obrador, que podría ser no sólo una amenaza a la seguridad interior del país, sino un peligro cierto para los resultados electorales presidenciales próximos, en que perdería tal vez su poder político y económico el estamento de los intereses que dominan el cuerpo de la nación.
Hace cinco años se aplicó eldesafuero a AMLO, pero ahora llega esta nueva legislación de seguridad nacional reformada para abrir a voluntad el camino de la represión a los movimientos sociales, que son esencialmente políticos, y que también darán lugar a innumerables violaciones de los derechos humanos. Vivimos en una mayúscula incertidumbre de seguridad cívica y política.
Estamos en un tiempo en que en muchas partes se precipitan los movimientos sociales que exigen libertad, democracia, fin de las dictaduras, nuevas perspectivas económicas. Tenemos el ejemplo más reciente en los países del norte de África: Túnez, Egipto, Libia, y en un buen número de los de Medio Oriente. Revueltas al borde de la revolución, cuyas características vale la pena precisar, ya que se trata de verdaderasexperiencias universales que no pueden pasar desapercibidas.
Diría que dos son las identidades fundamentales de esos movimientos (del que no escaparía el de López Obrador): uno, que sobre todo hayan sido promovidos por jóvenes (las últimas generaciones han estado en su vanguardia), y el hecho de que, al parecer, ninguno de ellos haya sido dirigido por un partido político específico, y menos por alguna especie de comité central con una cabeza pública y notoria.
Subrayemos este aspecto: desde hace algún tiempo, en todas partes del mundo, las más importantes transformaciones han derivado de movimientos sociales relativamenteespontáneos y no de la ingeniería revolucionaria puesta a punto por los partidos políticos, desde luego no por los partidos de izquierda en general y menos por los partidos comunistas. Eso sí, en innumerables ocasiones éstos se han sumado a los movimientos sociales, tal vez marcándoles de un contenido más radical, y probablemente participando en momentos avanzados de los mismos y contribuyendo a su orientación y organizacióndefinitivas. Creo que pudieran mencionarse algunos ejemplos latinoamericanos (Bolivia, Ecuador, Venezuela) y de otras regiones.
Tales características han proporcionado a los movimientos sociales fuerza y debilidad: fuerza porque es imposible detenerlos o desbaratarlos eliminando sus cabezas u organizaciones de vanguardia, que no tienen: sus consignas movilizadoras han aparecido en el movimiento mismo y en su desarrollo se refuerzan y cobran nuevo sentido, no se debilitan. Pero eseespontaneísmo resulta también a la postre su debilidad, puesto que no hay una forma organizada prevista de antemano, sino que el movimiento y sus objetivos resultan siemprecambiantes y tal vez demasiado plásticos. Es la dinámica del movimiento la que precisa objetivos, finales y provisionales al mismo tiempo. A diferencia de lo anterior, el movimiento de López Obrador ha formulado ya un Proyecto Alternativo de Nación que constituye su programa y su plan maestro esencial.
Otro elemento que los aproxima es el hecho de que la revolución tecnológica actual, con sus intensos canales de comunicación, tiende a extender y a intensificar los lazos y el impulso entre quienes buscan objetivos semejantes. No hay duda de que tales medios intensifican la presencia de los movimientos, propiciando su dinamismo y ampliando su dimensión.
Me interesa subrayar que en este tiempo los movimientos sociales son laclave de las transformaciones, sin decir que han desaparecido otras formas organizativas como los partidos, pero teniendo éstos hoy una función política, digamos, subalterna. En el caso de México la actualidad de un movimiento social como Morena pudiera ser decisiva en 2012. Y al traer consigo los peligros represivos que señalamos antes, convertirse en algo así como la chispa que incendiaría la pradera.